Demasiadas
veces en los últimos días he oído eso de “yo no hago Pilates porque tengo mal
la espalda”: gran error. El trabajo con el método Pilates no sólo nos ayudará a fortalecer
nuestra espalda, sino también a tomar la postura correcta al
realizar los ejercicios.
Antes
de nada, aclarar que hablo siempre de dolores en la espalda, y no de patologías
de espalda, las cuales necesitarán ser tratadas por un especialista y, a poder
ser, recibir un entrenamiento personalizado que también se puede conseguir con
este método.
Partimos
de la base de que en el método Pilates una de las premisas más importantes es
la alineación corporal y la corrección postural:
el movimiento no debe iniciarse hasta que el cuerpo está perfectamente colocado
para maximizar los beneficios del ejercicio. Este principio debería ser el
punto fuerte no sólo en Pilates, sino en cualquier tipo de actividad física.
Pilates es un método de entrenamiento basado en la respiración,
la cual sigue un patrón establecido que facilita cada ejercicio. Por ejemplo,
antes de realizar un movimiento que implique la rotación del cuerpo en el plano
transversal debemos realizar una inspiración y alargarnos creciendo hacia el
techo: de este modo facilitaremos la descompresión
vertebral a la
que está sometida la columna, y la rotación se realizará de un modo seguro.
En
nuestra vida pasamos mucho tiempo sentados, frente al ordenador o retorcidos
sobre incómodas sillas de oficina: es por esto que la prevención mediante el fortalecimiento de la
musculatura de la espalda y de la sección central de nuestro cuerpo pasa a ser
tan importante.
Los
ejercicios del método Pilates van dirigidos a mejorar la articulación
de nuestra espalda y
la extensión de la
columna, entre otros beneficios. La disociación de los
movimientos al realizar flexiones, extensiones y rotaciones nos beneficiarán al
realizar otro tipo de actividades y en nuestra vida diaria, donde seremos más
eficientes al movernos.
El fortalecimiento
de nuestra sección media o core nos ayudará a mejorar nuestra
estabilización y a compensar las posturas incorrectas fruto de desequilibrios
musculares. Si no contamos con un core fuerte, el cuerpo tenderá a echarse
hacia adelante, tomando una postura que favorece la hipercifosis (la famosa
joroba o chepa). Esto nos da idea de la importancia que tienen los músculos de
la espalda y faja abdominal en nuestra postura, y su reflejo en nuestra vida
cotidiana.
Por
supuesto, la prescripción médica va por delante: en el caso de que el
médico nos recomiende no hacer Pilates, deberíamos respetarlo. Además, al
comenzar nuestro entrenamiento de Pilates debemos informar a nuestro instructor
de nuestras dolencias y/o patologías para asegurarnos un entrenamiento eficaz y
seguro.
Merce
Prieto García
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